o sobre la exposición despiadada y no del todo sana de lo personal en internet
JAJAJA!
No, en serio, no voy a escribir nada. Solo de vez en cuando me da por ser algo exhibicionista.
miércoles, 31 de agosto de 2011
Miércoles 31 de Agosto, la hecatombe
Otros posibles títulos: De carácter agrio, Los lazos que nos atan, Dame pan y dime tonto
No sé exactamente cómo pasó, pero lo cierto es que por H o por B, mi hermana y yo estamos menos unidas a la familia de mi padre.
Mis padres se separaron y finalmente, por la comodidad que supone el pueblo frente al campo, acabamos mudándonos con mi madre a Conil (desde El Colorado, el campo del mismo municipio).
El caso es que, esto es una sensación, tanto para mi padre como para sus hermanos -y he de suponer entonces que viene de mis abuelos-, la convivencia con la familia tiene un importante factor de obligación.
Mi padre es un ser humano al fin y al cabo, pero eso es algo que ni a mí ni a prácticamente nadie ha querido mostrar, siempre con su máscara de férreo patriarca y una tarea encomiable: la de inculcar a sus pequeñas el duro y tangible sentido de la realidad. Ya sabéis, trabajar, el dinero, cosas útiles, servir, ese tipo de conceptos que no están de moda.
No sé por donde iba, me pierdo. Me suele pasar cuando hablo de mi familia, eso lo heredé por parte de madre, lo de no ir al grano quiero decir. En fin.
Mi tía por otro lado es tan agradable como chupar un limón en lo que se refiere a los encuentros que tenemos con ella tan de vez en cuando. Hoy hemos comido con mis abuelos y se ha formado allí el pitote padre porque, culpando a mi hermana por algo en un principio secundario, realmente nos estaba achacando un hecho mucho más doloroso: la soledad de mi padre.
Es una casa enorme en la que vive, es cierto. Antes éramos 4 personas las que la habitábamos y se le hace grande. Se le hace todo un mundo, la verdad, no sólo la casa. No es precisamente gratificante ser empresario en los tiempos que corren y lo que él llama 'la falta de disciplina' -que yo, humildemente, querría rebautizar como 'falta de propósito' o 'de dirección'- se le volvió en contra, tanto en el trabajo como en casa, con sus propias hijas.
Mi hermana es otro tema. Ahora mismo acarrea una pesada coraza -que puedo llamar y llamo Internet, ese mismo en el que escribo-, y lo demás no es suficientemente llamativo ni atractivo ni agradable como para lo que le interese -a mí también me pasa a ratos, es preocupante. Pero es una bomba de relojería andante con los exámenes encima y el agobio y el nerviosismo y todo lo demás.
Yo, por mi parte, llevo un tiempo de lo más indolente. Me limito a estar, a ser, a ver pasar delante de mí sin actuar. Soy mera espectadora de mi vida, y eso que no está precisamente mal.
Pero lo de hoy ha sido un choque, por los distintos lazos familiares que me atan más que me envuelven y me hacen ser como ser, que se han manifestado de una manera un tanto dramática hoy, y también por la manera impávida en la que en un primer momento me he posicionado en la situación, como la sensación incómoda de estar sin estar cuando me he intentado involucrar.
Frases hechas, gestos a medias, sonrisas agridulces. ¿Y quién no viste una coraza?
~
Creo que toda esta reflexión viene del verano. Siempre a finales de verano, creo que lo comparto con la mayoría de mis amigos de Conil, terminamos de un humor raro, huraño, antisocial. Y las cosas que llevaba rumiando días toman alguna forma y se convierten en esa amalgama de palabras que al final por algún lado necesitan escapar -menos mal, prefiero que escapen así a que se queden dentro e implosionen algún día.
Me tomo septiembre como un verdadero año nuevo. Para mí los propósitos de nuevo año y la vista atrás al recorrido del pasado se hacen ahora, a comienzo del curso académico.
Y es imposible mirar atrás y no darme un aplauso -gracias, yo también te quiero- por lo que he crecido -al menos por dentro- en este último año. Como es imposible señalar que hay otras cosas que no andan bien y tampoco me siento con fuerza de cambiar de un día para otro, como las relaciones familiares, o la falta de sensibilidad, o los miedos al mundo.
Supongo que todo lleva su tiempo. Vamos poco a poco, el camino aún es largo.
No sé exactamente cómo pasó, pero lo cierto es que por H o por B, mi hermana y yo estamos menos unidas a la familia de mi padre.
Mis padres se separaron y finalmente, por la comodidad que supone el pueblo frente al campo, acabamos mudándonos con mi madre a Conil (desde El Colorado, el campo del mismo municipio).
El caso es que, esto es una sensación, tanto para mi padre como para sus hermanos -y he de suponer entonces que viene de mis abuelos-, la convivencia con la familia tiene un importante factor de obligación.
Mi padre es un ser humano al fin y al cabo, pero eso es algo que ni a mí ni a prácticamente nadie ha querido mostrar, siempre con su máscara de férreo patriarca y una tarea encomiable: la de inculcar a sus pequeñas el duro y tangible sentido de la realidad. Ya sabéis, trabajar, el dinero, cosas útiles, servir, ese tipo de conceptos que no están de moda.
No sé por donde iba, me pierdo. Me suele pasar cuando hablo de mi familia, eso lo heredé por parte de madre, lo de no ir al grano quiero decir. En fin.
Mi tía por otro lado es tan agradable como chupar un limón en lo que se refiere a los encuentros que tenemos con ella tan de vez en cuando. Hoy hemos comido con mis abuelos y se ha formado allí el pitote padre porque, culpando a mi hermana por algo en un principio secundario, realmente nos estaba achacando un hecho mucho más doloroso: la soledad de mi padre.
Es una casa enorme en la que vive, es cierto. Antes éramos 4 personas las que la habitábamos y se le hace grande. Se le hace todo un mundo, la verdad, no sólo la casa. No es precisamente gratificante ser empresario en los tiempos que corren y lo que él llama 'la falta de disciplina' -que yo, humildemente, querría rebautizar como 'falta de propósito' o 'de dirección'- se le volvió en contra, tanto en el trabajo como en casa, con sus propias hijas.
Mi hermana es otro tema. Ahora mismo acarrea una pesada coraza -que puedo llamar y llamo Internet, ese mismo en el que escribo-, y lo demás no es suficientemente llamativo ni atractivo ni agradable como para lo que le interese -a mí también me pasa a ratos, es preocupante. Pero es una bomba de relojería andante con los exámenes encima y el agobio y el nerviosismo y todo lo demás.
Yo, por mi parte, llevo un tiempo de lo más indolente. Me limito a estar, a ser, a ver pasar delante de mí sin actuar. Soy mera espectadora de mi vida, y eso que no está precisamente mal.
Pero lo de hoy ha sido un choque, por los distintos lazos familiares que me atan más que me envuelven y me hacen ser como ser, que se han manifestado de una manera un tanto dramática hoy, y también por la manera impávida en la que en un primer momento me he posicionado en la situación, como la sensación incómoda de estar sin estar cuando me he intentado involucrar.
Frases hechas, gestos a medias, sonrisas agridulces. ¿Y quién no viste una coraza?
~
Creo que toda esta reflexión viene del verano. Siempre a finales de verano, creo que lo comparto con la mayoría de mis amigos de Conil, terminamos de un humor raro, huraño, antisocial. Y las cosas que llevaba rumiando días toman alguna forma y se convierten en esa amalgama de palabras que al final por algún lado necesitan escapar -menos mal, prefiero que escapen así a que se queden dentro e implosionen algún día.
Me tomo septiembre como un verdadero año nuevo. Para mí los propósitos de nuevo año y la vista atrás al recorrido del pasado se hacen ahora, a comienzo del curso académico.
Y es imposible mirar atrás y no darme un aplauso -gracias, yo también te quiero- por lo que he crecido -al menos por dentro- en este último año. Como es imposible señalar que hay otras cosas que no andan bien y tampoco me siento con fuerza de cambiar de un día para otro, como las relaciones familiares, o la falta de sensibilidad, o los miedos al mundo.
Supongo que todo lleva su tiempo. Vamos poco a poco, el camino aún es largo.
lunes, 29 de agosto de 2011
lunes, 22 de agosto de 2011
La lucidez
La lucidez es un don y es un castigo. Está todo en la palabra. Lúcido viene de Lúcifer, el arcángel rebelde, el demonio. Pero también se llama Lúcifer el lucero del alba, la primera estrella, la más brillante, la última en apagarse.
Lúcido viene de Lúcifer, y Lúcifer viene de luz y de fergus, que quiere decir el que tiene luz, el que genera luz, el que trae la luz y permite la visión interior, el bien y el mal, todo junto, el placer y el dolor.
La lucidez es dolor. El único placer que uno puede conocer, lo único que se le parecerá remotamente a la alegría es el placer de ser consciente de la propia lucidez. El silencio de la comprensión, el silencio del mero estar. En esto se van los años, en esto se va la bella alegría animal.
~
Fragmento del film argentino Lugares Comunes, de Adolfo Aristarain (2002). Es, a su vez, una cita de Alejandra Pizarnik. Aquí tienen el fragmento audiovisual.
Y uno más, para el que sea duro de convencer.
Un abrazo.
martes, 2 de agosto de 2011
Leave it all behind ~ Reborn
This constant longing for what's gone
but
This crazy shine it never lets you die
but
This crazy shine it never lets you die
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