jueves, 26 de enero de 2012

Lucas, sus comunicaciones

Como no solamente escribe sino que le gusta pasarse al otro lado y leer lo que escriben los demás, Lucas se sorprende a veces de lo difícil que le resulta entender algunas cosas. No es que sean cuestiones particularmente abstrusas (horrible palabra, piensa Lucas que tiende a sopesarlas en la palma de la mano y familiarizarse o rechazar según el color, el perfume o el tacto), pero de golpe hay como un vidrio sucio entre él y lo que está leyendo, de donde impaciencia, relectura forzada, bronca en puerta y al final gran vuelo de la revista o libro hasta la pared más próxima con caída subsiguiente y húmedo plof.

Cuando las lecturas terminan así, Lucas se pregunta qué demonios ha podido ocurrir
en el aparentemente obvio pasaje del comunicante al comunicado. Preguntar eso le cuesta mucho, porque en su caso no se plantea jamás esa cuestión y por más enrarecido que esté el aire de su escritura, por más que algunas cosas sólo puedan venir y pasar al término de difíciles transcursos, Lucas no deja nunca de verificar si la venida es válida y si el paso se opera sin obstáculos mayores. Poco le importa la situación individual de los lectores, porque cree en una medida misteriosamente multiforme que en la mayoría de los casos cae como un traje bien cortado, y por eso no es necesario ceder terreno ni en la venida ni en la ida: entre él y los demás se dará puente siempre que lo escrito nazca de semilla y no de injerto. En sus más delirantes invenciones algo hay a la vez de tan sencillo, de tan pajarito y escoba de quince. No se trata de escribir para los demás sino para uno mismo, pero uno mismo tiene que ser también los demás; tan elementary, my dear Watson, que hasta da desconfianza, preguntarse si no habrá una inconsciente demagogia en esa corroboración entre remitente, mensaje y destinatario. Lucas mira en la palma de su mano la palabra destinatario, le acaricia apenas el pelaje y la devuelve a su limbo incierto; le importa un bledo el destinatario puesto que lo tiene ahí a tiro, escribiendo lo que él lee y leyendo lo que él escribe, qué tanto joder.

Relato de Julio Cortázar, de la serie Un tal Lucas

lunes, 16 de enero de 2012

Renacimiento

Puedo parecer serena

Soy una sonrisa
vital, calma y sencilla

Pero por dentro
mil incendios nacen
y mil ríos se agitan

Por dentro esta luz
que todo lo invade
que todo examina

Si tan solo existiera el interruptor
Para en un segundo desconectar
este filtro del alma
Para volver a encontrar
el animal más fiero,
la esencia más pura,
la vida primera
sin valla ninguna

Si tan solo yo pudiera
agarrar ese trozo de luz
lleguemos a un entendimiento, decirle
y dar rienda suelta al espíritu,
que domine la mente intervenida,
obviando los civilizados conceptos,
volver a la primigenia era

Entonces las mareas se calmarían
Entonces cenizas serían los fuegos
El viento recorrería este páramo incierto
en el que nuevos focos nacerían

Despierten, entonces diría
y como si de plantas se tratasen
esperaría que floreciesen,
las chispas del nuevo incendio
los manantiales del nuevo torrente
los fulgores del nuevo mundo

¡Qué de luz en él habría!

III



Ya estoy de vuelta en la ciudad de la niebla.

Salí esta mañana temprano, el pelo todavía mojado, el frío besándome el rostro, las gotas aún inquietas en las ventanas.

Cuando volví al sur, recuerdo una escena nocturna, un paso de hojas doradas en la noche, que anunciaba un otoño tardío, un agónico y apocado invierno.

Esto es diferente.

Fue el otoño el prácticamente inexistente; y ahora, a la vuelta, el invierno se siente más que nunca.

Quizás fue que me quedé por último con el recuerdo del levante y un hueco en el pecho, con el peso de la teoría excesiva, com a saudade do calor alheio.

He tenido unos días de tránsito, en los que esta sensación me ha agarrado fuerte por el cuello, me aprieta impasible el corazón, hace de cada paso un esfuerzo fatigoso.

Pero eso se ha acabado. Es hora de mudar de piel.

Y dejar crecer una nueva: fuerte, límpida y sin miedo.
Que crezca pura y blanca con el sol pálido y gentil de un sueño, con el aire de lluvia del norte, creciendo lúcida desde dentro -pero siempre creciendo.

Voy a cambiar de tonalidad. Este es mi deseo.

Voy a ser luz cálida, esta mañana helada de invierno.

II



Lo que yo daría por un eterno verano.

PD: Hoy es su cumpleaños

sábado, 7 de enero de 2012

Ansiedad desquiciante

No me sienta bien el fin de las vacaciones.
No me sienta bien el tener que hacer maletas.
No me sienta bien el viento de levante.
Adivinen qué tres factores se unen en tal día como hoy.

Además ayer fue a ver Sherlock Holmes 2 y es increíble. Guy Richie sigue en su dinámica de crear personajes que son 'like a boss', y de repente sale otro y es 'the bossest of them all' -and he blows your mind. Y ahora quiero vivir en el Londres de principios del XIX y casarme -o tener un tórrido romance- con Robert Downey Jr. Y sé que es imposible y eso me frustra, qué cosas.

Estoy intentando escuchar Max Richter para calmarme un poco. Sí, ese piano parece que puede relajarme un poco. (Este disco en general tiene buena pinta).


Tengo los billetes de bus y avión impresos, me queda el de tren, comprarlo primero. La maleta, totalmente por hacer aún. Los trabajos y prácticas de la universidad cuando haga la maleta.

Me he quedado con -demasiadas- cosas que hacer por aquí. Gente a la que tenía ganas de ver y no hemos cuadrado horarios, disfrutar un poco más del sol, de los silencios entre amigos. Me han sabido a poco estas vacaciones. No quiero volver a empezar, afrontar otra vez la vida real. Y tengo esta desazón por dentro, un universo que gira vertiginoso dentro. Interior, por favor, cálmate, para quieto.

Tan solo un momento.

Tan solo un momento.

Tan solo un momento.

martes, 3 de enero de 2012

I






Llevo tiempo pensando que llevo tiempo sin escribir nada, haciendo reflexiones a medias (sobre la invención del paso del tiempo y la celebración global del fenómeno año nuevo), reflexiones que no terminaré por desarrollar.

He vuelto a Conil, mi pueblo de origen, a pasar las fiestas de Navidad. No sé si tiene que ver que en días como estos parezca un pueblo fantasma (más en comparación con verano), que tenga que estudiar lo inestudiable por tener este curso en Portugal los exámenes antes de lo acostumbrado, o simplemente es esta atmósfera de hogar, de estar en el salón en el que -ya se me antoja- siempre he estado.

No sé exactamente qué suma de factores es, pero siento el resultado: un duradero y cómodo stand by, comfortably numb. Un bucle de relajación que era necesaria, de gente con la que me apetecía volver a estar, pero sobre todo, una amalgama de nada en particular.

Dejar que el tiempo se escurra entre los dedos,
respirar este aire con sal

Que el viento se agarre a mi pelo,
que el sol me llene de libertad

Vivir en la cálida apariencia
de una sonrisa eterna,
de un té que no se enfría

Regodearme este exacto momento en la alegría
del acuerdo tácito que fijé con la nada
cuando acordamos que la bruma allí se quedaba,
que aquí descansaba mi horizonte de felicidad

~

Feliz año nuevo y esas cosas que se dicen.