jueves, 14 de febrero de 2013

Almost Indestructible

My Valentine

No aparto mis ojos del reloj
Mi dulce Valentín, ven pronto, te ansío

Te pienso cálido y sonriente
Eres sobrio cuando necesario
aunque tus carcajadas sacuden el mundo
-y carcajeo yo contigo

Tomas mi mano
Y la tierra se estabiliza
En su giro eterno

Este rumor en el pecho
Se convierte en pura luz,
Puro derretimiento

Eres sol de verano
en este frío invierno,
ofréceme la primavera

miércoles, 13 de febrero de 2013

Socialismo colorido

Viviendo del otro lado del rio la influencia del estilo Union Sovietica es palpable. Son grandes las avenidas, asi como los edificios -antes grises, ahora coloridos con excesiva diversidad. La gente, como la temperatura, es un poco fria -un poco timida, me cuentan otros visitantes por aqui-, pero sonrien amablemente a modo de saludo.

No llevo tanto tiempo como para conocer las costumbres y el estilo de vida de los eslovacos, pero me caen bien. No hay un fisico tipico unico, aunque la piel y ojos claros son predominantes, ademas de algun que otro que de vez en cuando sobresale llamativamente en altura.

Frente a los alarmistas que me advirtieron sobre la crudeza de la ciudad o su tamanho limitado, he de decir que me resulta agradable y familiar. Aunque solo nos estamos conociendo, mas adelante habra mas que hablar.

Nieve

Dormir con nieve no es como dormir con lluvia. No nace ese sentimiento de vivir eternamente en la cama cuando tus oídos despiertan y reconocen las gotas agolpándose contra el cristal. La nieve no es tan auditiva como visual.

Al par de días de llegar por estos lares, levanté la persiana de mañana y me encontré con una panorámica en blanco. Hice algo de té y lo tomé caliente mirando por la ventana. Los copos, no especialmente gruesos, caen despacio, quizás algo menos ligeros que las plumas, pero igualmente hipnóticos.

Me encanta la nieve, decidí en ese momento. Y salí fuera luego y es tan divertido pisar una capa fina de nieve polvo, tan frágil, tan esponjosa. Ayer mismo de vuelta vi algunos niños jugando en el parque, haciendo muñecos de nieve -normal, si yo me dejara también echaría horas jugando con ella.

No obstante, y después de tan solo dos días, he de decir que ya no estoy tan enamorada de la nieve. Ayer estuvimos esperando mi compañero y yo el autobús al centro en una parada que por lo visto se cierra en caso de nieve. Claro, eso nosotros no lo sabíamos, aunque lo intuímos después de 15 minutos esperando con nieve y viento. Nada agradable, por cierto.

Aún así el viento viene y va, y cuando está calmo y veo los copos bailar con ligereza, y hundo los pies en esas nubes, mi niña interior sonríe como si descubriera la nieve por vez primera.