jueves, 23 de febrero de 2012
Justo lo que yo quería
Que el salir se te vaya de las manos, que tengas un mínimo de horas para dormir porque mañana tienes que despertarte temprano para coger un avión y que a tu compañera de piso le dé justo por ligar hoy, tooooooooooooma! Calentito lo traemos, niño! Qué bien que voy a dormir
miércoles, 22 de febrero de 2012
Por qué ahora
Esta mañana me he depilado, me he puesto un conjunto mono e iba por la calle con Rage against the Machine sonando fuerte entre mis sienes, como que el mundo era mío y eso era ley de vida. Feeling like a boss.
Creo que la gente lo ha notado. Algún que otro chico (y no tan chico) se me ha quedado mirando, y sí, ayuda a subir la moral.
Pero esta tarde, después de comer y echar la siesta, estaba un poco más calmada. Salí con intención de ir a mi primera fiesta del día, a las 5 de la tarde en el centro, de bienvenida a los Erasmus de este segundos cuatrimestre -ya que después toca cena a las 8:30 con la galera de malucos del viaje por Europa y después 'cata de vinos' (de entre 2 a 4€) en casa de otros amigos.
Como digo, me sentía animada pero ya no tanto. Estaba un poco estresada porque acababa de hacer la maleta de un viaje familiar para el que salgo mañana, y pensando que iba tarde cuando se me cruza este hombre por la calle.
Malas pintas, sí, pero no más allá de la media. El caso es que comienza a seguir mis pasos, que por otra parte eran los apresurados propios del retraso. Lo escucho murmurar algo pero no le presto más atención. Es una calle que va al centro y está transitada, aunque igual me paso para la acera que tiene más gente.
El momento de tensión llega cuando decido, para probar que no es producto de mi paranoia, aminorar el paso tomando a un adolescente que iba delante mía como patrón. Entonces él se coloca a mi lado, murmurando cosas que no conseguí comprender, y mirándome muy fijo.
El agobio es tal que decido entrar en la primera tienda que veo, lencería para señoras de tallas especiales y pijamas horrendos. De maravilla, ahí no puede entrar. Hago como que ojeo un par de trapos, al final de la tienda, con el corazón aún en la boca. Desde un espejo que refleja la entrada veo que se ha parado en el escaparate y mira hacia dentro. Disimulo otro rato y cuando me vuelvo directamente a la puerta sigue ahí, observando. Mantiene la mirada un interminable segundo y se pierde de vista.
En ese instante la dependiente de la tienda se me acerca y, siguiendo la pauta, pregunta si puede ayudarme en algo. Me quiebro. Le explico como puedo en mi portugués balbuceante y respirar entrecortado lo que me ha pasado. Me dice que no me preocupe, que vuelva al fondo de la tienda y me quede allí un rato; me ofrece un caramelo para que me tranquilice.
La ansiedad y la llorera se van un poco después de que pueda volver a respirar normal. Una señora que andaba comprando pregunta a la dependienta qué pasa. Ésta confirma que se ha fijado en un hombre de negro que había en el escaparate y sale para cerciorarse de que no anda cerca.
Después de un rato he vuelto a casa, con la señora y sus hijas con las que compraba que han compartido la mitad de mi camino.
Cada vez se escuchan historias más descabelladas que pasan en esta ciudad. La última que escuché fue sobre otro chico Erasmus que, estando en muletas, le atracaron a punta de navaja y le quitaron la tarjeta de crédito. Las escuchas pero nunca esperas que te pasen a ti. Y aunque no haya pasado nada y evidentemente la cosa podría haber ido mucho peor, te dejan el cuerpo cortado.
Después de contarlo a mis compañeras de piso y hablar por teléfono con mi madre me he quedado mucho más relajada. Pero, es evidente, la experiencia sigue vívida y la mente exaltada. Estoy en jaque: no quiero salir sola por si pasa algo de nuevo; no quiero quedarme dentro por negarme en rotundo a dejar de hacer vida normal. La solución, quizás, dejar de darle tanta importancia. Son cosas que pasan, y ya tengo apuntado el teléfono de la policía de Braga.
Resulta curioso. Justo esta mañana estaba pensando en escribir sobre algo que creo tiene una conexión lejana, subrepticia, pero poderosa. Iba a titularlo 'A matter of confidence' y a hablar de porqué gente guapa y con conversación no desprenden una energía tan fuerte y magnética como otra que aún teniendo peores atributos resultan mucho más atractivas por la sensación de confianza en ellos mismos que nos trasmiten -sea, como es en la mayoría de los casos, pura fachada.
Yo soy de las que me encuentro en el primer grupo, los que no terminan de creérselo. Y justo quería cambiar esa actitud en mí, esa sensación de incapacidad a la hora de ligarme a nadie que esté excesivamente bueno por la falta de autoestima que tengo. Y justo hoy estaba poniendo en práctica esa nueva actitud de 'me voy a comer el mundo con las manos'.
Pues qué bien, qué buenos resultados. Tendré que andar con ojo y encontrar el punto medio: ni de patito feo ni de objetivo de acosador. A ver cómo va la cosa. Ensayo, error; ensayo, error.
Creo que la gente lo ha notado. Algún que otro chico (y no tan chico) se me ha quedado mirando, y sí, ayuda a subir la moral.
Pero esta tarde, después de comer y echar la siesta, estaba un poco más calmada. Salí con intención de ir a mi primera fiesta del día, a las 5 de la tarde en el centro, de bienvenida a los Erasmus de este segundos cuatrimestre -ya que después toca cena a las 8:30 con la galera de malucos del viaje por Europa y después 'cata de vinos' (de entre 2 a 4€) en casa de otros amigos.
Como digo, me sentía animada pero ya no tanto. Estaba un poco estresada porque acababa de hacer la maleta de un viaje familiar para el que salgo mañana, y pensando que iba tarde cuando se me cruza este hombre por la calle.
Malas pintas, sí, pero no más allá de la media. El caso es que comienza a seguir mis pasos, que por otra parte eran los apresurados propios del retraso. Lo escucho murmurar algo pero no le presto más atención. Es una calle que va al centro y está transitada, aunque igual me paso para la acera que tiene más gente.
El momento de tensión llega cuando decido, para probar que no es producto de mi paranoia, aminorar el paso tomando a un adolescente que iba delante mía como patrón. Entonces él se coloca a mi lado, murmurando cosas que no conseguí comprender, y mirándome muy fijo.
El agobio es tal que decido entrar en la primera tienda que veo, lencería para señoras de tallas especiales y pijamas horrendos. De maravilla, ahí no puede entrar. Hago como que ojeo un par de trapos, al final de la tienda, con el corazón aún en la boca. Desde un espejo que refleja la entrada veo que se ha parado en el escaparate y mira hacia dentro. Disimulo otro rato y cuando me vuelvo directamente a la puerta sigue ahí, observando. Mantiene la mirada un interminable segundo y se pierde de vista.
En ese instante la dependiente de la tienda se me acerca y, siguiendo la pauta, pregunta si puede ayudarme en algo. Me quiebro. Le explico como puedo en mi portugués balbuceante y respirar entrecortado lo que me ha pasado. Me dice que no me preocupe, que vuelva al fondo de la tienda y me quede allí un rato; me ofrece un caramelo para que me tranquilice.
La ansiedad y la llorera se van un poco después de que pueda volver a respirar normal. Una señora que andaba comprando pregunta a la dependienta qué pasa. Ésta confirma que se ha fijado en un hombre de negro que había en el escaparate y sale para cerciorarse de que no anda cerca.
Después de un rato he vuelto a casa, con la señora y sus hijas con las que compraba que han compartido la mitad de mi camino.
Cada vez se escuchan historias más descabelladas que pasan en esta ciudad. La última que escuché fue sobre otro chico Erasmus que, estando en muletas, le atracaron a punta de navaja y le quitaron la tarjeta de crédito. Las escuchas pero nunca esperas que te pasen a ti. Y aunque no haya pasado nada y evidentemente la cosa podría haber ido mucho peor, te dejan el cuerpo cortado.
Después de contarlo a mis compañeras de piso y hablar por teléfono con mi madre me he quedado mucho más relajada. Pero, es evidente, la experiencia sigue vívida y la mente exaltada. Estoy en jaque: no quiero salir sola por si pasa algo de nuevo; no quiero quedarme dentro por negarme en rotundo a dejar de hacer vida normal. La solución, quizás, dejar de darle tanta importancia. Son cosas que pasan, y ya tengo apuntado el teléfono de la policía de Braga.
Resulta curioso. Justo esta mañana estaba pensando en escribir sobre algo que creo tiene una conexión lejana, subrepticia, pero poderosa. Iba a titularlo 'A matter of confidence' y a hablar de porqué gente guapa y con conversación no desprenden una energía tan fuerte y magnética como otra que aún teniendo peores atributos resultan mucho más atractivas por la sensación de confianza en ellos mismos que nos trasmiten -sea, como es en la mayoría de los casos, pura fachada.
Yo soy de las que me encuentro en el primer grupo, los que no terminan de creérselo. Y justo quería cambiar esa actitud en mí, esa sensación de incapacidad a la hora de ligarme a nadie que esté excesivamente bueno por la falta de autoestima que tengo. Y justo hoy estaba poniendo en práctica esa nueva actitud de 'me voy a comer el mundo con las manos'.
Pues qué bien, qué buenos resultados. Tendré que andar con ojo y encontrar el punto medio: ni de patito feo ni de objetivo de acosador. A ver cómo va la cosa. Ensayo, error; ensayo, error.
Olha veio!
Por favor, por favor universo, el año que viene tengo que estar en Brasil.
No tengo nada más que añadir hoy, sólo quiero eso.
Un abrazo
Como se morrer
Fosse desaguar
Derramar no céu
Se purificar
No tengo nada más que añadir hoy, sólo quiero eso.
Un abrazo
Como se morrer
Fosse desaguar
Derramar no céu
Se purificar
viernes, 10 de febrero de 2012
On the road
AKA Travelling February
Voy a hacer un copia/pega del texto que escribí en Tumblr, de donde he guardado todas estas imágenes de caminos. Este mes toca hacer camino al andar, como dice Serrat.
El libro homónimo a la entrada nunca lo leí, ¿está bien?
Hi guys! Just wanted to tell you I’ll be off most of this month of February due to some trips I’m gonna make. Tomorrow I’ll fly to Milan (Italy), then to Sofia (Bulgary), then Istanbul (Turkey) and back to Oporto (Portugal) the 20th. Few days in Braga, the city were I’m studying, and from the 23rd to 28th I’ll be in Spain within a family trip with my father and sister.
So, looks like a mighty enjoyable time, isn’t it?
Take care, I will
Cheers,
Alicia
Voy a hacer un copia/pega del texto que escribí en Tumblr, de donde he guardado todas estas imágenes de caminos. Este mes toca hacer camino al andar, como dice Serrat.
El libro homónimo a la entrada nunca lo leí, ¿está bien?
Hi guys! Just wanted to tell you I’ll be off most of this month of February due to some trips I’m gonna make. Tomorrow I’ll fly to Milan (Italy), then to Sofia (Bulgary), then Istanbul (Turkey) and back to Oporto (Portugal) the 20th. Few days in Braga, the city were I’m studying, and from the 23rd to 28th I’ll be in Spain within a family trip with my father and sister.
So, looks like a mighty enjoyable time, isn’t it?
Take care, I will
Cheers,
Alicia
Jisus Crais, Guerl!
Esta canción la conocí de casualidad, en los videos relacionados que vinieron después de Breaker, de Low -que conocí por la increíblemente buena banda sonora de la serie Skins, que por otra parte es un poco soap-opera teen británica (pero, oye, la veo en original porque me mola el 'british slang').
Óle el sumatorio infinito de subordinadas! Y, sin más, las canciones.
Óle el sumatorio infinito de subordinadas! Y, sin más, las canciones.
domingo, 5 de febrero de 2012
Necesidad de..., de qué?
Creo que la culpa es mayormente, y sobre todo fácil de señalar, al frío. Este jodido frío de invierno que se vuelve crudo ahora en Febrero, cuando otrora, en otros lugares, en un añorado sur hispalense, la primavera ya despuntaba los primeros latidos.
Los individuos más críticos dicen, 'es invierno, ¿qué esperabas?'. Esperaba que ya que estoy en el norte y hace frío nevara, que es algo que acontece año sí, año no. Esperaba que todo ese frío y esa lluvia pasaran durante mi ya terminada época de exámenes, que así no me diera pena no poder salir de casa por tener que estudiar. Esperaba que para este tiempo que es mío todo y es bien libre, el sol calentara, el viento se calmara, la vida sonriera y me pusiera una alfombra roja ante los caminos que anduviera y las puertas se abrieran todas para mí.
Eso esperaba. No estas temperaturas que rozan los 0º, la alianza del viento del norte con la vil humedad de estas montañas, el cuerpo encogido en bata y pijama que mira hacia fuera con el ceño fruncido, cuyas intenciones se diluyen, cuyo rumbo se desorienta.
No sé esta necesidad de quejarme ahora a qué viene. Puede ser que lleve demasiado tiempo lloriqueando con que quiera hacer más cosas, con la resolución pre-vacacional totalmente preclara de volver a Braga y hacer todo lo que no había hecho en el otoño, todas esos rollitos culturales en los que me gusta moverme y que aquí no he buscado -ni, consecuentemente, encontrado. Sí, seguramente sea eso. Y de ahí esta actitud de morritos de niño de 5 años. Po ea.
Pero una vez que he despejado este misterio de la lamentación, brota otra pregunta. Toda esta imperiosa necesidad repentina de vivir como si no hubiera un mañana, ¿por qué? Como si la seria tarea de perder el tiempo intencionadamente no fuera igualmente fundamental. Pues lo digo y no me lo termino de creer, oye, no me quedo tranquila.
Voy a parar ya porque no sé ni lo que digo. No sé que despropósito tiene este texto, a parte de ese factor de despeje y alivio que ejerce la escritura cuando se tiene un nudo por dentro. Igualmente no me queda claro de dónde viene o cuál es su intención. Pero en fin, ante este soliloquio de dirección voluble sólo me queda añadir. Voluntad, voluntad práctica y activa, ven a mí. Soy tuya.
- Necesidad de gritar al cuadro de texto a las 21:12 y con cantos gregorianos
Los individuos más críticos dicen, 'es invierno, ¿qué esperabas?'. Esperaba que ya que estoy en el norte y hace frío nevara, que es algo que acontece año sí, año no. Esperaba que todo ese frío y esa lluvia pasaran durante mi ya terminada época de exámenes, que así no me diera pena no poder salir de casa por tener que estudiar. Esperaba que para este tiempo que es mío todo y es bien libre, el sol calentara, el viento se calmara, la vida sonriera y me pusiera una alfombra roja ante los caminos que anduviera y las puertas se abrieran todas para mí.
Eso esperaba. No estas temperaturas que rozan los 0º, la alianza del viento del norte con la vil humedad de estas montañas, el cuerpo encogido en bata y pijama que mira hacia fuera con el ceño fruncido, cuyas intenciones se diluyen, cuyo rumbo se desorienta.
No sé esta necesidad de quejarme ahora a qué viene. Puede ser que lleve demasiado tiempo lloriqueando con que quiera hacer más cosas, con la resolución pre-vacacional totalmente preclara de volver a Braga y hacer todo lo que no había hecho en el otoño, todas esos rollitos culturales en los que me gusta moverme y que aquí no he buscado -ni, consecuentemente, encontrado. Sí, seguramente sea eso. Y de ahí esta actitud de morritos de niño de 5 años. Po ea.
Pero una vez que he despejado este misterio de la lamentación, brota otra pregunta. Toda esta imperiosa necesidad repentina de vivir como si no hubiera un mañana, ¿por qué? Como si la seria tarea de perder el tiempo intencionadamente no fuera igualmente fundamental. Pues lo digo y no me lo termino de creer, oye, no me quedo tranquila.
Voy a parar ya porque no sé ni lo que digo. No sé que despropósito tiene este texto, a parte de ese factor de despeje y alivio que ejerce la escritura cuando se tiene un nudo por dentro. Igualmente no me queda claro de dónde viene o cuál es su intención. Pero en fin, ante este soliloquio de dirección voluble sólo me queda añadir. Voluntad, voluntad práctica y activa, ven a mí. Soy tuya.
- Necesidad de gritar al cuadro de texto a las 21:12 y con cantos gregorianos
Stop snoozing - Start living
Deja de culpar al frío, a los exámenes, a la falta de tiempo o de dinero.
Deshazte de la pereza, de la comodidad, del miedo.
Comienza a vivir tu vida hoy, en este momento, ahora.
Because tommorrow never knows.
Porque aunque lo inventamos, no somos dueños del tiempo.
Y es lo que sabemos seguro,
que la mejor oportunidad es el presente,
que seguimos vivos en este mundo.
sábado, 4 de febrero de 2012
Oh how I love you
Beauty I've always missed, with these eyes before.
Just what the truth is, I can't say anymore
viernes, 3 de febrero de 2012
Podría ser peor
Es el único consuelo que se me ocurre pensar después de lo que me ha pasado. No es de gran ayuda pero sí es bien cierto, mil cosas peores podrían haber ocurrido, y otros tantos contextos son más oscuros que los míos.
Lo cierto es que igualmente es bastante molesto. Ya llevo arrastrando ciertos percances con timos de dinero, el año pasado que si me robaron 60€ (pero muy amablemente me devolvieron el bolso con toda mi documentación, lo cual estando en el extranjero es de agradecer), mi primera experiencia en Marruecos que si precios europeos (lo cual para mí era normal y para ellos oro), aquella vez de la gitana eb Sevilla (historia que los lectores más antiguos quizás recuerden, por ahí anda en los archivos del blog).
No obstante, ninguno de estos incidentes había alcanzado la friolera cifra de tres dígitos hasta esta vez -pero para todo hay una primera vez, o eso dicen. Y duele. No físicamente pero casi. Tengo la moral destruida, la sensación de ser subnormal profunda y el corazón un poco más negro -con menos fe en la raza humana.
Lo que más temía era la reacción al contárselo a mi padre. Correr llorando a mami siempre da resultado, siempre está ahí con los brazos abiertos y su 'mi pobre pequeña', es natural de ella. Mi padre es otro caso. Es a él a quien socialmente se le ha asignado la tarea de inculcar algo que podríamos llamar 'ética práctica para la supervivencia económica autónoma de mi descendencia'.
Me ha sorprendido su reacción. '¿A ti te ha pasado algo? ¿Estás bien?', y ante mi 'Sí, pero...' ha continuado con un 'Pues ya está, una lección más de vida'. Igualmente le conté mi historia, pero resultó un alivio su tranquilidad.
Y tan cierto que podría ser peor. Sigo viviendo, con ese dinero de menos, pero aquí estoy. Dolida pero sana, y siempre aprendiendo -se quiera o no, con precios a pagar que a veces resultan demasiado tangibles.
~
Aclaración: el timo en sí se debe a un piso que vi en Oporto al que me quería mudar este segundo cuatrimestre. Todo parece normal, el precio relativamente bajo, el piso sustancialmente atractivo, la inmobiliaria con amplitud global -y existencia verídica y confiable según foros-, pero es todo una trampa. Cuidado, si andáis buscando piso, si os topáis con alguien que no te puede enseñar personalmente su apartamento y te pide dinero por adelantado para que la inmobiliaria tramite la visita y contrato.
Lo cierto es que igualmente es bastante molesto. Ya llevo arrastrando ciertos percances con timos de dinero, el año pasado que si me robaron 60€ (pero muy amablemente me devolvieron el bolso con toda mi documentación, lo cual estando en el extranjero es de agradecer), mi primera experiencia en Marruecos que si precios europeos (lo cual para mí era normal y para ellos oro), aquella vez de la gitana eb Sevilla (historia que los lectores más antiguos quizás recuerden, por ahí anda en los archivos del blog).
No obstante, ninguno de estos incidentes había alcanzado la friolera cifra de tres dígitos hasta esta vez -pero para todo hay una primera vez, o eso dicen. Y duele. No físicamente pero casi. Tengo la moral destruida, la sensación de ser subnormal profunda y el corazón un poco más negro -con menos fe en la raza humana.
Lo que más temía era la reacción al contárselo a mi padre. Correr llorando a mami siempre da resultado, siempre está ahí con los brazos abiertos y su 'mi pobre pequeña', es natural de ella. Mi padre es otro caso. Es a él a quien socialmente se le ha asignado la tarea de inculcar algo que podríamos llamar 'ética práctica para la supervivencia económica autónoma de mi descendencia'.
Me ha sorprendido su reacción. '¿A ti te ha pasado algo? ¿Estás bien?', y ante mi 'Sí, pero...' ha continuado con un 'Pues ya está, una lección más de vida'. Igualmente le conté mi historia, pero resultó un alivio su tranquilidad.
Y tan cierto que podría ser peor. Sigo viviendo, con ese dinero de menos, pero aquí estoy. Dolida pero sana, y siempre aprendiendo -se quiera o no, con precios a pagar que a veces resultan demasiado tangibles.
~
Aclaración: el timo en sí se debe a un piso que vi en Oporto al que me quería mudar este segundo cuatrimestre. Todo parece normal, el precio relativamente bajo, el piso sustancialmente atractivo, la inmobiliaria con amplitud global -y existencia verídica y confiable según foros-, pero es todo una trampa. Cuidado, si andáis buscando piso, si os topáis con alguien que no te puede enseñar personalmente su apartamento y te pide dinero por adelantado para que la inmobiliaria tramite la visita y contrato.
miércoles, 1 de febrero de 2012
Mis manos son mi corazón
Obra de Gabriel Orozco, artista que exponía en el TATE Modern cuando estuve en Londres por última vez, en Marzo del año pasado.
AGENDA
PENDIENTE INMEDIATO
Estudio Análisis de la Imagen - Gramática del diseño visual - Kress y van Leeuwen
Ingresar depósito en Western Union - mandar justificante para Inmobilien24
Comenzar curso de alemán - LiveMocha.com - Comprobar la compatibilidad de idiomas
Actualizar CV a español - Modificarlo en Studentjob.es - Sacar una foto decente de mi persona
Planificación del viaje a Milán, Sofía e Istanbul
Liquidación accesorios del piso - Ajustar cuentas con los nuevos inquilinos
Comenzar a pasar palabras a sendos cuadernos índices - portugués e inglés
Correo al profesor de Meios Digitais - fecha límite prácticas
Correo a coordinador Erasmus - Confirmación nuevo plan de estudios
Airear boceto entrada anterior - pulirlo, dividirlo, terminarlo
AGENDA
PENDIENTE NO URGENTE
Vivir
Agotamiento de exámenes, 2 días para terminar. Volver a coger la pluma, tener tiempo libre para pensar y crear.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)