Me encanta ponerme a llorar como una niña pequeña con esta canción cada vez que la cago.
Me encanta hacerlo, destrozar flores con mis manos, ese constante boicot a mi felicidad para que dé paso a un dolor lacerante, pleno de culpabilidad.
Oh, espera, para ahí. Esto no es del todo cierto.
Aquí viene la parte en que yo explico mi mierda, me quejo por las presiones que esta sociedad patriarcal y alcahueta ejerce en mi, aunque consciente, fácilmente alterable mente y ese mensaje de borracha y la incertidumbre de la respuesta.
Ah, pero no. No voy a pasar por eso. Ya me he sentido mal así, conozco ese sentimiento, creo que cualquiera se puede ver reflejado en estas líneas -que aunque crípticas cuentan la historia de siempre de un beso ebrio a una persona en vez de a otra.
No, la verdad es que no lo voy a escribir porque tengo tal resaca que no me veo con fuerzas ni claridad mental para desarrollar detalles. Pero ahí queda, a largos trazos.
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