En esta semana atrás he visto unos cuantos atardeceres en la playa, como es costumbre en mi pueblo. Me sorprendió lo tarde que se pone el sol, pero no sólo eso. En estos días una fina capa de bruma domina el horizonte, haciendo que en lugar del típico desfile de luces cálidas que pasan por el rojo y el rosa, la luz del sol se vaya apagando conforme se esconde, arrojando una luz mortecina y gris en cada puesta. Es distinto, aunque igualmente digno de ver.
Echaba de menos los atardeceres como echaba de menos hundir los pies en la arena blanca y fina, los achuchones de mis abuelas, el pescaíto frito, la Cruzcampo, el aire con sal, el sol, los aullidos de mi tía, el color moreno de mi prima, los discursos de padre de mi padre, los vitalistas de mi madre, el agua fría -pero no tanto como en Portugal- del mar, hacer el muerto cuando no vienen olas, el calor y el viento -ora poniente, ora levante.
Echaba esto de menos.
viernes, 29 de junio de 2012
domingo, 17 de junio de 2012
Charlie Brown Jr
Me encanta este cantante brasileiro, uno de los mejores descubrimientos que él me hizo. Aquí mi selección, me gustan más las tranquilas.
Aquello que nunca te dije
De cierto modo, quiero creer que te sientes como en la canción de la entrada anterior.
No es algo que diga por decir, me has ido dando pistas. Son ya 4 meses de pistas y me alegra poder decir que en ese tiempo atravesé tu coraza y llegué a conocerte de cerca, compartir tantos momentos plenos contigo, tantas risas y tantos besos. Tanto amor.
Te quiero. Puedo decirlo abiertamente, me vuelvo a casa y me llevo ese sentimiento con mucha gente que conocí aquí. Pero contigo es distinto, es un grado más. Y lo que no alcanzo a comprender es por qué te empeñas en que todo sea tan terriblemente complicado.
Fuiste tú quien llevó las cosas a un nivel más alto, consciente o inconscientemente, con gestos pequeños, te fuiste implicando y yo me dejaba llevar, gustándome aquello que estábamos creando. Me parecía real y me llenaba, no era algo que esperaba encontrar en este breve periodo de tiempo pero así pasó y me sentí agradecida.
Tú reaccionaste en la forma contraria. Una vez te viste más apegado, más cercano, te sentiste vulnerable y quisiste romper lazos. No te dejé hacerlo, me parecía que teníamos algo especial y no quería estropearlo. Pude convencerte por algún tiempo pero poco a poco se fue volviendo frágil.
Decidiste aplicar la ley de desintoxicación controlada conmigo, reduciendo los días que nos veíamos, los mensajes que nos mandábamos. Y aunque fuera sorprendentemente incoherente, cuando nos veíamos parecías entregarte como si nada importara, como si todo siguiera siendo tan inocente y dulce como siempre.
No he querido dejar de disfrutar cuando no te veo y lo paso bien cuando salgo con mis amigas. Pero de repente llegas tú -siempre son ellas las que me dan alarma-, y la posibilidad de volver contigo a casa nace siempre como un agradable estímulo -que está prácticamente asegurado.
No te entiendo, y me confundes y me turbas profundamente. Porque en este último par de días no pareces plantearte esta posibilidad. Porque a ratos me haces sentir como si fuera una pasante cualquiera por tu vida cuando sé que no es así. Y porque a ratos me haces sentir querida pero igual entonces te empeñas en poner barreras, en poner tiempo y espacio, un tiempo y un espacio que ya casi no me quedan.
Son 3 días los que me faltan aquí. Francamente será un alivio no tenerte cerca, no tener que pensar que en cualquier momento puedes entrar por la puerta y poner la noche patas arriba, no tener que plantearme qué pasa por esa cabeza tão fodida, tão cheia de merda, como tú dices.
Porque si no me dejas ayudarte, porque si lo que prefieres es alejarte buscando refugio en otras, porque si quieres convencerte que yo no fui importante, adelante; estás completamente en tu derecho. Pero entonces, por favor, déjame fuera de la ecuación. Para que mi cabeza, o más bien mi pecho, no se vea como tú, tan jodido, tan lleno de mierda.
No es algo que diga por decir, me has ido dando pistas. Son ya 4 meses de pistas y me alegra poder decir que en ese tiempo atravesé tu coraza y llegué a conocerte de cerca, compartir tantos momentos plenos contigo, tantas risas y tantos besos. Tanto amor.
Te quiero. Puedo decirlo abiertamente, me vuelvo a casa y me llevo ese sentimiento con mucha gente que conocí aquí. Pero contigo es distinto, es un grado más. Y lo que no alcanzo a comprender es por qué te empeñas en que todo sea tan terriblemente complicado.
Fuiste tú quien llevó las cosas a un nivel más alto, consciente o inconscientemente, con gestos pequeños, te fuiste implicando y yo me dejaba llevar, gustándome aquello que estábamos creando. Me parecía real y me llenaba, no era algo que esperaba encontrar en este breve periodo de tiempo pero así pasó y me sentí agradecida.
Tú reaccionaste en la forma contraria. Una vez te viste más apegado, más cercano, te sentiste vulnerable y quisiste romper lazos. No te dejé hacerlo, me parecía que teníamos algo especial y no quería estropearlo. Pude convencerte por algún tiempo pero poco a poco se fue volviendo frágil.
Decidiste aplicar la ley de desintoxicación controlada conmigo, reduciendo los días que nos veíamos, los mensajes que nos mandábamos. Y aunque fuera sorprendentemente incoherente, cuando nos veíamos parecías entregarte como si nada importara, como si todo siguiera siendo tan inocente y dulce como siempre.
No he querido dejar de disfrutar cuando no te veo y lo paso bien cuando salgo con mis amigas. Pero de repente llegas tú -siempre son ellas las que me dan alarma-, y la posibilidad de volver contigo a casa nace siempre como un agradable estímulo -que está prácticamente asegurado.
No te entiendo, y me confundes y me turbas profundamente. Porque en este último par de días no pareces plantearte esta posibilidad. Porque a ratos me haces sentir como si fuera una pasante cualquiera por tu vida cuando sé que no es así. Y porque a ratos me haces sentir querida pero igual entonces te empeñas en poner barreras, en poner tiempo y espacio, un tiempo y un espacio que ya casi no me quedan.
Son 3 días los que me faltan aquí. Francamente será un alivio no tenerte cerca, no tener que pensar que en cualquier momento puedes entrar por la puerta y poner la noche patas arriba, no tener que plantearme qué pasa por esa cabeza tão fodida, tão cheia de merda, como tú dices.
Porque si no me dejas ayudarte, porque si lo que prefieres es alejarte buscando refugio en otras, porque si quieres convencerte que yo no fui importante, adelante; estás completamente en tu derecho. Pero entonces, por favor, déjame fuera de la ecuación. Para que mi cabeza, o más bien mi pecho, no se vea como tú, tan jodido, tan lleno de mierda.
Deixe que o amor encontre a gente
Só que eu tenho muito medo
De me apaixonar.
Esse filme já passou na minha vida
E você tá me ajudando a superar.
Eu não quero ser um mal na sua vida.
De me apaixonar.
Esse filme já passou na minha vida
E você tá me ajudando a superar.
Eu não quero ser um mal na sua vida.
Deixa acontecer naturalmente.
Eu não quero ver você chorar.
Deixa que o amor encontre a gente.
Nosso caso vai eternizar
Eu não quero ver você chorar.
Deixa que o amor encontre a gente.
Nosso caso vai eternizar
Vivir
Se você viver cada momento de uma forma total, nunca sentirá remorsos ou culpa. Se tver amado totalmente, nem se levanta essa questão. Se um seu amante partir, um dia, isso significa apenas que estão a seguir por caminhos diferentes. Despedem-se e ficam agradecidos um ao outro. Partilharam muita coisa, amaram-se muito, enriqueceram as vidas um do outro -porque haveriam de chorar e de se sentir infelizes?
Mas as pessoas estão tão embrenhadas nas suas explicações que não conseguem ver para além delas. E arranjam explicações para tudo. Até as coisas que são óbvias e simples se tornam muito complexas.
Extracto de Alegría, Osho
Mas as pessoas estão tão embrenhadas nas suas explicações que não conseguem ver para além delas. E arranjam explicações para tudo. Até as coisas que são óbvias e simples se tornam muito complexas.
Extracto de Alegría, Osho
sábado, 16 de junio de 2012
Hoy estoy feliz
Estos días han sido un poco turbulentos -en efecto, me encanta la palabra turbulencia. El futuro inmediato está bien definido, pero no a largo plazo. Antes eso me asustaba, ahora la incertidumbre es alegría y danza, un mundo de posibilidades.
Anoche fue la noche de conversaciones intensas. Mi año Erasmus se termina, como el de mucho otros estudiantes venidos de tantas partes distintas y con quien he creado unos vínculos, unos lazos que no creo que se vayan a perder de un día para otro. Son de esos lazos que recordaré como caricias, no como amenazantes sogas.
Fue precisamente hablando con ella cuando las cosas se vieron más claras que nunca. Tiene gracia, recuerdo estar escuchándola y pensando que estaba un poco cansada de mi papel pasivo en la conversación, pero aún así sopesé sus palabras y busqué en mi interior los mejores consejos que se me podían ocurrir.
Esos consejos fueron los que me salvaron la noche: que hay cosas que se hacen y no están ni bien ni mal, simplemente se deben hacer por el bien propio; que los hechos no representan un problema en sí mismo, sino que es la percepción de esos hechos lo que conlleva el problema; y, sobre todo, que cuando se tienen las cosas claras y se comunican con verdadera confianza y claridad, y resulta que la persona a la que le estamos hablando no reacciona conforme lo habíamos previsto, ya es un problema de esa persona, no un problema nuestro.
Por eso cuando le vi a él sentí la necesidad de transmitirle todas las dudas que llevaba rumiando de hace un tiempo, dejándole claro la urgencia con la que necesitaba algún tipo de respuesta -de forma concisa y despiadada, si bien necesaria. Y ante la falta de esta respuesta por su parte ya comprendí que era precisamente por su parte por la que existen los problemas.
La comprensión, la lucidez de este movimiento consciente me trajo paz. Hoy estoy feliz, me conozco un poco más por dentro. Conozco un poco más las piezas del puzzle, la energía del movimiento. Reconozco que los sentimientos son tan simples como se quieran ver.
Y sonrío; hoy ilumino el mundo.
Anoche fue la noche de conversaciones intensas. Mi año Erasmus se termina, como el de mucho otros estudiantes venidos de tantas partes distintas y con quien he creado unos vínculos, unos lazos que no creo que se vayan a perder de un día para otro. Son de esos lazos que recordaré como caricias, no como amenazantes sogas.
Fue precisamente hablando con ella cuando las cosas se vieron más claras que nunca. Tiene gracia, recuerdo estar escuchándola y pensando que estaba un poco cansada de mi papel pasivo en la conversación, pero aún así sopesé sus palabras y busqué en mi interior los mejores consejos que se me podían ocurrir.
Esos consejos fueron los que me salvaron la noche: que hay cosas que se hacen y no están ni bien ni mal, simplemente se deben hacer por el bien propio; que los hechos no representan un problema en sí mismo, sino que es la percepción de esos hechos lo que conlleva el problema; y, sobre todo, que cuando se tienen las cosas claras y se comunican con verdadera confianza y claridad, y resulta que la persona a la que le estamos hablando no reacciona conforme lo habíamos previsto, ya es un problema de esa persona, no un problema nuestro.
Por eso cuando le vi a él sentí la necesidad de transmitirle todas las dudas que llevaba rumiando de hace un tiempo, dejándole claro la urgencia con la que necesitaba algún tipo de respuesta -de forma concisa y despiadada, si bien necesaria. Y ante la falta de esta respuesta por su parte ya comprendí que era precisamente por su parte por la que existen los problemas.
La comprensión, la lucidez de este movimiento consciente me trajo paz. Hoy estoy feliz, me conozco un poco más por dentro. Conozco un poco más las piezas del puzzle, la energía del movimiento. Reconozco que los sentimientos son tan simples como se quieran ver.
Y sonrío; hoy ilumino el mundo.
lunes, 11 de junio de 2012
Los días raros
Apatía, de nuevo.
Llevo un tiempo pensando en que quería escribir algo, aunque no sabía bien qué o sobre qué escribir, pero aquí estoy, en ello.
Hoy ha sido un domingo completamente improductivo. Es difícil dejar paso a la improductividad en esta época, que si para mañana tengo que terminar de reformular cierto trabajo para una asignatura de máster, que si un par de días después tengo un examen cuyo temario es corto pero igualmente debería encontrar algún momento para empezar... Lo típico.
No es sólo apatía, también es... Alienación. Me siento ajena a todo.
Acaba de entrar mi compañera de piso, con la que comparto lo que a día de hoy ya considero hogar desde hace 9 meses. Exacto, como un embarazo. Me ha enseñado la presentación de este trabajo que tenemos que entregar y exponer mañana y, la verdad, me ha parecido muy básica y algo mal estructurada. No me he quejado, yo ni siquiera tengo hecha mi parte, no tengo argumentos para discutir.
Creo que lo que me molesta de ella es su empatía unilateral, y procedo a explicar este término (que me parece) inventado. Es de ese tipo de persona que aunque se muestre segura e independiente es completamente lo contrario. De hecho, creo que puedo decir que es la persona más dependiente que he conocido nunca, y en esto de la dependencia siempre toma a alguien en particular del brazo, que a principio de curso fui yo pero que ahora es la otra chica con la que compartimos piso (que llegó a Braga en Marzo), y eso de alguna manera me molesta, esa sustitución. De cierto modo me siento abandonada. No creo que ella se dé cuenta de que lo hace, pero lo hace.
La última premisa que tenía que seguir era no ver las cosas tan difíciles. Que si las relaciones no se mandan a hacer puñetas con dos peleas insignificantes, que si me quedo dormida en las últimas fiestas es porque me parece duro ser una persona que se divierte como las otras. No sé, parece que aún tengo que asimilar esto y llevarlo a la práctica, llevar una experiencia más liviana por el bien de mis propias expectativas hacia mí misma.
Me sorprende este estado de anestesia. No sé qué hacer con él. Quizás sé qué pasos debería comenzar a dar para deshacerme de él, pero me siento tan poco motivada para darlos -o eso es lo que me estoy contando al menos.
Esta entrada no puede servir más de nota personal. No creo que me esté explicando correctamente para el lector, pero de alguna manera me está sirviendo para explicarme a mí misma. Las ganas de escribir que tenía no las sentía desde hace tiempo, una vez más esa sensación de terapia a través de la pluma.
Me sigue oliendo el pelo a Garnier. El viernes me eché un baño de color de esta marca y aunque fui al supermercado con la intención de encontrar algo parecido con el rojo, del tipo caoba o así, cuando el experimento terminó resultó que era morena del todo y con reflejos definidos poéticamente como 'violín' o 'berenjena'. Espero sinceramente que con el sol estos días se suavice, si bien para eso primero debería dignarse a aparecer por este cielo, en el noroeste ibérico.
Me gusta esto. No tiene rumbo. No tiene dirección. Y, aparentemente, tampoco tiene sentido.
Quizás sea esa la principal razón de toda esta extrañeza, de la inesperada apatía, de las palabras que pasan alrededor sin ser oídas. No me voy el año que viene a Brasil, con seguridad. Por lo visto la Universidad de Sevilla gestionaba las solicitudes de la beca del banco que, aunque en su página web seguía abierta la inscripción, yo debí tramitar por mi universidad con un mes de antelación.
He pedido entonces una nueva beca, de ayuda para los alumnos Erasmus que lleguen a Sevilla en el año siguiente, en la modalidad tanto como para un par de meses como para todo el curso académico. Las condiciones no parecen malas y volvería a esa ciudad, que me encanta por cierto.
Lo más gracioso es que desde hace una semana o así estoy leyendo sobre la alegría según Osho, la felicidad y la infelicidad. Y no puedo tener los conceptos más confusos. O quizás es que los tengo bastante claros y me da miedo el cambio, lo que pueda pasar. Tener que buscar qué hay ahí dentro para poder volar más alto.
Siempre dije que Septiembre era uno de mis meses favoritos por todo el cambio que suponía. Después de un año académico completo de Erasmus, este Junio también va a ser bastante turbulento. Excitación, miedo y nostalgia. Y ya se verá qué más.
Tomorrow never knows
Llevo un tiempo pensando en que quería escribir algo, aunque no sabía bien qué o sobre qué escribir, pero aquí estoy, en ello.
Hoy ha sido un domingo completamente improductivo. Es difícil dejar paso a la improductividad en esta época, que si para mañana tengo que terminar de reformular cierto trabajo para una asignatura de máster, que si un par de días después tengo un examen cuyo temario es corto pero igualmente debería encontrar algún momento para empezar... Lo típico.
No es sólo apatía, también es... Alienación. Me siento ajena a todo.
Acaba de entrar mi compañera de piso, con la que comparto lo que a día de hoy ya considero hogar desde hace 9 meses. Exacto, como un embarazo. Me ha enseñado la presentación de este trabajo que tenemos que entregar y exponer mañana y, la verdad, me ha parecido muy básica y algo mal estructurada. No me he quejado, yo ni siquiera tengo hecha mi parte, no tengo argumentos para discutir.
Creo que lo que me molesta de ella es su empatía unilateral, y procedo a explicar este término (que me parece) inventado. Es de ese tipo de persona que aunque se muestre segura e independiente es completamente lo contrario. De hecho, creo que puedo decir que es la persona más dependiente que he conocido nunca, y en esto de la dependencia siempre toma a alguien en particular del brazo, que a principio de curso fui yo pero que ahora es la otra chica con la que compartimos piso (que llegó a Braga en Marzo), y eso de alguna manera me molesta, esa sustitución. De cierto modo me siento abandonada. No creo que ella se dé cuenta de que lo hace, pero lo hace.
La última premisa que tenía que seguir era no ver las cosas tan difíciles. Que si las relaciones no se mandan a hacer puñetas con dos peleas insignificantes, que si me quedo dormida en las últimas fiestas es porque me parece duro ser una persona que se divierte como las otras. No sé, parece que aún tengo que asimilar esto y llevarlo a la práctica, llevar una experiencia más liviana por el bien de mis propias expectativas hacia mí misma.
Me sorprende este estado de anestesia. No sé qué hacer con él. Quizás sé qué pasos debería comenzar a dar para deshacerme de él, pero me siento tan poco motivada para darlos -o eso es lo que me estoy contando al menos.
Esta entrada no puede servir más de nota personal. No creo que me esté explicando correctamente para el lector, pero de alguna manera me está sirviendo para explicarme a mí misma. Las ganas de escribir que tenía no las sentía desde hace tiempo, una vez más esa sensación de terapia a través de la pluma.
Me sigue oliendo el pelo a Garnier. El viernes me eché un baño de color de esta marca y aunque fui al supermercado con la intención de encontrar algo parecido con el rojo, del tipo caoba o así, cuando el experimento terminó resultó que era morena del todo y con reflejos definidos poéticamente como 'violín' o 'berenjena'. Espero sinceramente que con el sol estos días se suavice, si bien para eso primero debería dignarse a aparecer por este cielo, en el noroeste ibérico.
Me gusta esto. No tiene rumbo. No tiene dirección. Y, aparentemente, tampoco tiene sentido.
Quizás sea esa la principal razón de toda esta extrañeza, de la inesperada apatía, de las palabras que pasan alrededor sin ser oídas. No me voy el año que viene a Brasil, con seguridad. Por lo visto la Universidad de Sevilla gestionaba las solicitudes de la beca del banco que, aunque en su página web seguía abierta la inscripción, yo debí tramitar por mi universidad con un mes de antelación.
He pedido entonces una nueva beca, de ayuda para los alumnos Erasmus que lleguen a Sevilla en el año siguiente, en la modalidad tanto como para un par de meses como para todo el curso académico. Las condiciones no parecen malas y volvería a esa ciudad, que me encanta por cierto.
Lo más gracioso es que desde hace una semana o así estoy leyendo sobre la alegría según Osho, la felicidad y la infelicidad. Y no puedo tener los conceptos más confusos. O quizás es que los tengo bastante claros y me da miedo el cambio, lo que pueda pasar. Tener que buscar qué hay ahí dentro para poder volar más alto.
Siempre dije que Septiembre era uno de mis meses favoritos por todo el cambio que suponía. Después de un año académico completo de Erasmus, este Junio también va a ser bastante turbulento. Excitación, miedo y nostalgia. Y ya se verá qué más.
Tomorrow never knows
lunes, 4 de junio de 2012
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