lunes, 11 de junio de 2012

Los días raros

Apatía, de nuevo.

Llevo un tiempo pensando en que quería escribir algo, aunque no sabía bien qué o sobre qué escribir, pero aquí estoy, en ello.

Hoy ha sido un domingo completamente improductivo. Es difícil dejar paso a la improductividad en esta época, que si para mañana tengo que terminar de reformular cierto trabajo para una asignatura de máster, que si un par de días después tengo un examen cuyo temario es corto pero igualmente debería encontrar algún momento para empezar... Lo típico.

No es sólo apatía, también es... Alienación. Me siento ajena a todo.

Acaba de entrar mi compañera de piso, con la que comparto lo que a día de hoy ya considero hogar desde hace 9 meses. Exacto, como un embarazo. Me ha enseñado la presentación de este trabajo que tenemos que entregar y exponer mañana y, la verdad, me ha parecido muy básica y algo mal estructurada. No me he quejado, yo ni siquiera tengo hecha mi parte, no tengo argumentos para discutir.

Creo que lo que me molesta de ella es su empatía unilateral, y procedo a explicar este término (que me parece) inventado. Es de ese tipo de persona que aunque se muestre segura e independiente es completamente lo contrario. De hecho, creo que puedo decir que es la persona más dependiente que he conocido nunca, y en esto de la dependencia siempre toma a alguien en particular del brazo, que a principio de curso fui yo pero que ahora es la otra chica con la que compartimos piso (que llegó a Braga en Marzo), y eso de alguna manera me molesta, esa sustitución. De cierto modo me siento abandonada. No creo que ella se dé cuenta de que lo hace, pero lo hace.

La última premisa que tenía que seguir era no ver las cosas tan difíciles. Que si las relaciones no se mandan a hacer puñetas con dos peleas insignificantes, que si me quedo dormida en las últimas fiestas es porque me parece duro ser una persona que se divierte como las otras. No sé, parece que aún tengo que asimilar esto y llevarlo a la práctica, llevar una experiencia más liviana por el bien de mis propias expectativas hacia mí misma.

Me sorprende este estado de anestesia. No sé qué hacer con él. Quizás sé qué pasos debería comenzar a dar para deshacerme de él, pero me siento tan poco motivada para darlos -o eso es lo que me estoy contando al menos.

Esta entrada no puede servir más de nota personal. No creo que me esté explicando correctamente para el lector, pero de alguna manera me está sirviendo para explicarme a mí misma. Las ganas de escribir que tenía no las sentía desde hace tiempo, una vez más esa sensación de terapia a través de la pluma.

Me sigue oliendo el pelo a Garnier. El viernes me eché un baño de color de esta marca y aunque fui al supermercado con la intención de encontrar algo parecido con el rojo, del tipo caoba o así, cuando el experimento terminó resultó que era morena del todo y con reflejos definidos poéticamente como 'violín' o 'berenjena'. Espero sinceramente que con el sol estos días se suavice, si bien para eso primero debería dignarse a aparecer por este cielo, en el noroeste ibérico.

Me gusta esto. No tiene rumbo. No tiene dirección. Y, aparentemente, tampoco tiene sentido.

Quizás sea esa la principal razón de toda esta extrañeza, de la inesperada apatía, de las palabras que pasan alrededor sin ser oídas. No me voy el año que viene a Brasil, con seguridad. Por lo visto la Universidad de Sevilla gestionaba las solicitudes de la beca del banco que, aunque en su página web seguía abierta la inscripción, yo debí tramitar por mi universidad con un mes de antelación.

He pedido entonces una nueva beca, de ayuda para los alumnos Erasmus que lleguen a Sevilla en el año siguiente, en la modalidad tanto como para un par de meses como para todo el curso académico. Las condiciones no parecen malas y volvería a esa ciudad, que me encanta por cierto.

Lo más gracioso es que desde hace una semana o así estoy leyendo sobre la alegría según Osho, la felicidad y la infelicidad. Y no puedo tener los conceptos más confusos. O quizás es que los tengo bastante claros y me da miedo el cambio, lo que pueda pasar. Tener que buscar qué hay ahí dentro para poder volar más alto.

Siempre dije que Septiembre era uno de mis meses favoritos por todo el cambio que suponía. Después de un año académico completo de Erasmus, este Junio también va a ser bastante turbulento. Excitación, miedo y nostalgia. Y ya se verá qué más.

Tomorrow never knows

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