Ven, llegas temprano pero suave.
Dame tu mano de hojas doradas
y sóplame la cara con claro viento,
para recordarme que sigo en pie
Ven, no te olvides de los guantes
ni de tu abrigo de nubes grises.
Y antes de desnudarlos,
tiñe los bosques de sangre muda
Ven, pero trátame bien.
No dejes que se apague el fuego en casa,
para contar con la seguridad
del abrazo cálido del hogar
Bienvenido, Señor Otoño.
Juntos, bebamos té calentito
mirando tras el empañado cristal
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