domingo, 8 de julio de 2012

Ser inaccesible - Manual del cazador

- Jamás he usado a nadie -dije sinceramente.
Pero don Juan mantuvo que sí, y quizá por eso pude declarar sin tapujos que la gente me cansaba y me aburría.
- Ponerse fuera del alcance significa que evitas, a propósito, agotarte a ti mismo y a los otros -prosiguió él-. Significa que no estás hambriento y desesperado, como el pobre hijo de puta que siente que no volverá a comer y devora toda la comida que puede, ¡todas las cinco perdices!
Definitivamente, don Juan golpeaba debajo del cinturón. Reí y eso pareció complacerlo. Tocó levemente mi espalda.
- Un cazador sabe que atraerá caza a sus trampas una y otra vez, así que no se preocupa. Preocuparse es ponerse al alcance, sin quererlo. Y una vez que te preocupas, te agarras a cualquier cosa por desesperación; y una vez que te aferras, forzosamente te agotas, o agotas a la cosa o la persona de la que estás agarrado.
Le dije que en mi vida cotidiana la inaccesibilidad era inconcebible. Me refería a que, para funcionar, yo tenía que estar al alcance de todo lo que tuviera algo que ver conmigo.
- Ya te dije que ser inaccesible no significa esconderse ni andar con secretos -dijo él calmadamente-. Tampoco significa que no puedas tratar con la gente. Un cazador usa su mundo lo menos posible y con ternura, sin importar que el mundo sean cosas o plantas, o animales, o personas o poder. Un cazador tiene trato íntimo con su mundo, y sin embargo es inaccesible para ese mismo mundo.
- Eso es una contradicción -dijo-. No puede ser inaccesible si está allí en su mundo, hora tras hora, día tras día.
- No entendiste -dijo don Juan con impaciencia-. Es inaccesible porque no exprime ni deforma su mundo. Lo toca levemente, se queda cuanto necesita quedarse, y luego se aleja raudo, casi sin dejar señal alguna.

Capítulo VII. Ser inaccesible
Viaje a Ixtlan, Carlos Castaneda -la tercera parte de las enseñanzas de don Juan. 

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