martes, 19 de febrero de 2008

Internet, el archienemigo del libro

Raffaele Simone, lingüista italiano, sostiene que, en los últimos 20 años -coincidiendo con el auge de la Red-, se ha dado un vuelco a 20 siglos de historia del conocimiento, un retroceso evolutivo que sustituye la lectura por la simple mirada.
Simone apunta que el siglo XXI está dominado por la cultura audiovisual, que ha traído la disolución de un paradigma de cultura, de información y de educación. Cambia la jerarquía de los sentidos, aumenta el valor de la imagen, la naturaleza de la escritura y la tipología de los textos se transforma, y se origina una nueva forma de elaborar la información, una forma que desprecia lo analítico y estructurado y se convierte en "una masa indiferenciada donde todo está en todo".
El estudioso italiano concluye: "el acceso al conocimiento a través de la Red es la más formidable barrera que nunca se ha presentado frente al contacto con la realidad". Fernando Savatar, encargado de introducir la conferencia, alertó, en consonancia, sobre "la progresiva simplificación del lenguaje que utilizan nuestros jóvenes", para terminar con la afirmación de que "los jóvenes no leen porque sólo entienden los textos que son muy simples".

Este artículo es del 14 de Febrero de 2001 de EPS y está entre mi cúmulo de fotocopias que analizar en la asignatura de Literatura y Comunicación. La profesora nos pidió que la leyéramos y reflexionáramos sobre lo que exponía Savater, que le contestáramos.

Yo coincido con el dominio que la cultura audiovisual, señalado por Simone, ejerce en nuestro siglo. Estamos en una era en que los medios de comunicación nos lo dan todo, nos aportan todos los datos para que nos engulla una falsa atmósfera de conciencia bien cómoda -acorde con el estado del bienestar-, conociendo pero no sintiendo la necesidad de movilizarnos. Los mass media nos ofrecen unos discursos narrativos de fácil consumición, fácil en un doble sentido. El primero porque, al compararla con un libro, nos damos cuenta que una película es un discurso narrativo que se consume en el acto y, sin embargo, la novela es difícil de acabar de una vez. Y en un sentido más amplio porque no nos muestran cosas que realmente nos hagan sentir incómodos, es un contenido ligero y suave porque ya tenemos suficiente con nuestra realidad para conocer otras,
Son este tipo de formas audiovisuales livianas y agradables las que nos hacen ver a los volúmenes de papel prensado más gordos, más aburridos y genera un sentimiento de rechazo, de no querer reflexionar sobre temas que no tienen una solución sólida, que solo sirve para plantear cuestiones sin respuestas, todo lo cual nos lleva a una ausencia de la capacidad de abstracción -cada vez más notable por estadística de comprensión literaria.
Resumiendo: no nos gusta leer y, aún menos, derrochar un tiempo que nos han inculcado, es oro, en una inversión tan arriesgada -y poco fructífera- como resulta la reflexión.

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