[...]
A mí no me gustaba demasiado acostarme con desconocidas. Era una forma cómoda de satisfacer el deseo sexual y, además, disfrutaba abrazando a una chica, acariciándola. Lo que odiaba era la mañana siguiente. Al despertarme,encontraba a una desconocida durmiendo a mi lado, con la habitación apestando a alcohol y la nota chillona característica de los love hotels sobre la cama, en las lamparitas, en las cortinas, en todas partes, y sentía la cabeza embotada por la resaca. Al rato, la chica se despertaba y buscaba la ropa interior por la habitación. Luego, mientras se ponía las medias, decía: <<¿Tomaste preucaciones? Porque estaba en el día del mes más peligroso...>>. Después se dirigía al espejo y, rezongando que le dolía la cabeza embotada o que el maquillaje no lo arreglaba aquella mañana, se pintaba los labios y se ponía las pestañas postizas. Lo odiaba. Hubiese preferido no quedarme hasta la mañan siguiente, pero no podía cortejar a una chica pensaba que cerraban la residencia a las doce de la noche (era humanamente imposible), así que pedía permiso para pernoctar fuera. Y entonces tenía que quedarme en el hotel hasta la mañana siguiente y volvía a la residencia lleno de odio hacia mi mismo, odio y desilusión, cegado por la luz de la mañana, con la boca áspera, como si la cabeza perteneciera a otra persona.
[...]
Una novela muy en el tono japonés de la superficialidad de las relaciones. Y no era cosa mía al decir que me recordaba a El guardían entre el centeno, al chico protagonista se lo dice otro personaje. Y me está gustando más, no hay "jos" de por medio, pero si una vacuidad y una tristeza ahogantes. Hay que tener cuidado leyéndolo, a mí me altera el ánimo, aunque por esa misma capacidad de transmisión es una lectura altamente recomendada.
1 comentario:
De los mejores libros que me he leido, sin duda.
Publicar un comentario