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Como odio cualquier prefacio largo e inútil, os daré cuartel en cuanto a esto y sin más disculpas os prepararé a ver la parte disoluta de mi vida, escrita con la misma libertad con la que la llevé.
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Así empieza Fanny Hill, un libro que a mediados del XVIII casi le cuesta la cárcel a su autor, John Clealand, ya que fue juzgada como novela licenciosa, juju.
Tengo ganas de empezarla, sí -igualmente si alguien se adelanta y me dice con mayor criterio si merece o no la pena no me enfado.
PD: por lo general no muerdo si me comentáis, esquerosos! que sé que estáis ahí, las visitas os delatan, ñaaa!
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